lunes, 29 de septiembre de 2008

Oh gloriós Arcàngel Sant Miquel!


Arcàngel sant Miquel, defenseu-nos en la lluita, sigueu el nostre ajut contra la dolenteria i els paranys del dimoni. Supliquem que Déu i Vós, Príncep de la milícia celestial, llanceu al infern, amb el poder diví, Satanàs i els altres esperits malvats que corren pel món buscant de perdre les ànimes. Amén.

(Pregària que Lleó XIII instruí que es pronunciés després de l’Eucaristia)

Sant Miquel, l’Arcàngel. Un excel·lentíssim patró. No sempre aprofitat. Sempre, però, eficaç. Protector d'Israel i Guardià de l’Església. I un patró, com es veu en els goigs casolans, també molt català. Què protegeixi la nostra terra i la retorni a Déu, Nostre Senyor!!!









viernes, 26 de septiembre de 2008

La Verge del Vilar (Blanes)



"A sa mar no em fio de ningú... ¡Misèria, misèria! Verge santa des Vilar! No crec sinó en vós; no espero sinó en vós i en ningú més!
Se va entendrir i rompé en plor. A mi també el cor se’m va trencar. No: la Mare de Déu no desempararia aquell infant que no creia sinó en ella. "


(Joaquim Ruyra, Pinya de Rosa, T.II, Biblioteca Selecta, Barcelona, 1969,
p. 126)

domingo, 21 de septiembre de 2008

La boda de Jarek y Agnieszka


"Feliz el marido de mujer buena,
el número de sus días se duplicará.
Mujer varonil da contento a su marido,
que acaba en paz la suma de sus años (...)
La gracia de la mujer recrea a su marido
y su ciencia reconforta a sus huesos
" (Siracida, 26, 1-2, 13)

En un día gris de un septiembre demasiado frío que anticipa el otoño más rancio se han casado mis amigos Jarek y Agnieszka. Se han casado, "por la Iglesia", que se dice pronto.

Tranquilos, no voy a discurrir sobre el matrimonio ni sobre el amor. Hoy no, al menos. Pero sí sobre la alegría que embarga mi corazón.

La "ceremonia" fue sobria, pero esencial. En el convento de los dominicos del barrio de Sluzew de Varsovia, ante el altar, los novios, ministros principales del sacramento, dispuestos a todo. La Iglesia en su profunda experiencia escuchaba y confirmaba atenta. Sus familias les acompañaban. El resto rezaba. No hubo discursos. Algún que otro canto, con el Przyjdz Duchu Swiety (el Veni Creator en polaco). La misma bendición de Dios Padre, con la ofrenda de Cristo en acción de gracias.

La gracia es así. Y la Virgen ya se va ocupando de que el agua se convierta en vino y que nada les falte a los esposos.

Tras el "sí quiero" el banquete. En Polonia, los padres de los novios les suelen recibir con pan y sal. Como toda tradición, magnífica y significativa. La fiesta fue sin alcohol. No hacía falta. Nos lo pasamos genial. Y los novios, ahora consortes, de maestros de ceremonias. En Konstancin, como en Caná, comimos, conversamos, bailamos, jugamos y saltamos hasta altas horas de la madrugada. Y los invitados nos alegramos con el gozo del marido quien se gozaba con su mujer, y ella con él. Todos, naturalmente, disfrutando cuales hijos en fiesta de amigos con nuestro Creador. Porque, al fin y al cabo, Dios es amor.

Terminamos el festejo con un "Pod Twoją Obronę (Bajo Tu amparo...)" que dirigió el sacerdote doméstico, el nuevo pater familias, mi amigo Jarek.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Trobaire

Trist t’arrossegues per terres estranyes
consirós, trobador de mala vida
vols del delit la gràcia desflorida
perdent l’honor, l’amor sembla que guanyes.
No ets feliç, però ja has renunciat
a que la mà et prengui, amic meu.
Llibertat gaudeixes i estàs tot greu,
no et basten els favors de la ciutat?

No miris la terra, aixeca els ulls!
Que les llàgrimes dissipin llangors
i insanes accídies dels desamors
que desuneixen els esperits sulls.
No et tanquis, obre’t i troba el Cel,
pau, conhort i l’alegria dels sants.
Ho seràs: junts entonareu els cants
amb David i els trobaires d’Israel.

jueves, 18 de septiembre de 2008

The quest for Shakespeare


JOSEPH PEARCE
The quest for Shakespeare. The bard of Avon and the Church of Rome
Ignatius Press 2008, San Francisco, EUA


INTRODUCCIÓN

El acopio de bibliografía adquirida en Melbourne (véase Jornada Mundial de Joventut) me ha iniciado en el fenómeno de la Recusancia (o Recusantismo, de Recusancy en inglés) católica de la Inglaterra isabelina o jacobita.

Para poner en antecedentes al lector, es necesario recordar que los recusantes eran aquellos católicos que, tras el cisma de Enrique VIII, habían permanecido fieles a la Old Faith y, por tanto, a Roma. Tras la destrucción de la estructura eclesiástica y monacal en tiempos del mismo Enrique y de Eduardo VI, con un breve paréntesis durante el reinado de María Tudor (incluyendo a Jane, la reina “de los nueve días”), la persecución anglicana se dirigió con Isabel I contra el mismo pueblo que se había mantenido en parte fiel, ya sea en las ciudades como Londres o bien en los poblados y estates de los bucólicos shires. El arma de la persecución, la de siempre: “Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas” (Mateo 26, 31; Marcos 14, 27). Además, las sanciones pecuniarias que no eran más que expropiaciones encubiertas. Privados de su jerarquía local, la Iglesia en Inglaterra se había dotado de centros en el extranjero de formación de sacerdotes (seminarios overseas, que ya estamos en tiempos post-Trento), como los colegios ingleses de Valladolid, Lisboa, Roma o Rheims, entre otros.

Los jesuitas también tuvieron una especial vocación para asistir espiritualmente los enclaves católicos de Inglaterra. Unos y otros, sacerdotes regulares y jesuitas tenían un probable fin: la tortura y la ejecución. Y, sin embargo, cruzaban el Canal llenos de celo por aquel rebaño menesteroso. Campion, Southwell o Parsons sólo son algunos ejemplos de tantos otros mártires. La novela que también adquirí en Australia, Come rack, Come rope, de R.H.Benson, ilustra fidedignamente la vida de aquellas familias destinadas al cielo y las tentaciones de oportunismo político para sobrevivir a las que se veían sujetas a cambio de transigir con sus conciencias.

Ello no obstante, aquellos “King’s servants, but God’s first” siguieron aportando, desde el ostracismo la mayoría de las veces, su contribución al bien de su país. Quizá o precisamente por ello, en la historia de Inglaterra desde el Cisma hasta nuestros días, muchos de los personajes que más sobresalen en la formación de la cultura (por ejemplo, en la literatura) son católicos, recusantes o conversos. Otros, si bien no católicos, si sobresalen en absoluto (piénsese en las hermanas Bronte o en Charles Dickens) lo hacen por su afinidad inconciente con la Iglesia Universal. No pretendo aquí abordar esta correlación entre la verdadera Inglaterra y la fe de Anselmo de Canterbury. Pero sí nos acercaremos, de la mano de J. Pearce, a una clara muestra de ello, William Shakespeare.

THE QUEST FOR SHAKESPEARE
Hasta aquí no conocía más que el común de la gente la obra del dramaturgo inglés. Un conocimiento mediatizado, además, por las traducciones tantas veces “de autor” o por las “versiones” o adaptaciones bastardas de los directores de turno de las obras clásicas de Shakespeare (ambos fenómenos suelen coincidir con frecuencia). Pero de lo poco que conocía (incluida la disgusting representación del Rey Lear por el Teatro Romea en Madrid allá por 2004-2005) sí podía intuir que debajo de aquella capa de mitos y amores trágicos se escondía un denominador común que lo elevaba a voz universal. A la largo de de los dramas, de las elecciones y del “destino” de las tramas latía algo, como late hoy en mi conciencia: la conciencia de una libertad intimísima que puede elegir entre el bien o el mal y que responde ante sí misma, ante los demás y ante Dio. No, no se puede engañar en última instancia. Sola no está, los “dioses” la asisten. En otras palabras, la gracia (revestida de amor) que asiste a quien se reconoce débil, mueve la trama, que no es otra que el Globe o el “Teatro del Mundo” que Dios recrea una y otra vez. Literatura, en fin, cristiana – que en nada se aparta de lo definido en el Decreto de la Justificación en el Concilio de Trento.

Ahí quedaba mi intuición, hasta que empecé a leer las primeras páginas de The quest... De ahí también mi sorpresa cuando me topé con lo siguiente:

As we shall see in the following chapters, there is an abundance of solid historical evidence to prove, beyond all reasonable doubt, that Shakespeare was raised a Catholic and that he probably remained a Catholic throughout his life” (p. 24).

Si ello es así – y Pierce con apreciable argumentación forense basada en la dialéctica clásica lo demuestra:

It becomes clear that the more we know about Shakespeare the more we will understand his work. Do the plays reflect Shakespeare’s beliefs? Of course they do” (p. 179).

De seguir siendo Shakespeare, aunque oculto, un católico de alma y mente, su pluma es católica necesariamente. Su obra, consiguientemente, no se puede entender sin la referencia a la fe (con su contenido doctrinal y moral, pero sobretodo como seguimiento de Cristo) de la Iglesia romana. En este punto, el biógrafo ataca sin piedad a los críticos modernos que, incapaces de negar lo obvio (a saber, que Shakespeare era un recusante católico), proyectan su propia incredulidad, sus deformaciones intelectuales y, porqué no,
miserias morales, interpretando las líneas shakespearianas según su antojo. Dos citas nos ilustran esta arremetida:

Such critics are blinded by their own provincial prejudice. They make themselves at home in the past by making the past remarkably like their own particular home. It is for this reason, and to bring us back to our quest, that literary criticism must be answerable to the facts of history, not subject to the fads and the fashions of modernity or postmodernity. Put simply, if you wish to know the plays at their deepest, you must know as much as possible about the person who wrote them, and in order to know the person who wrote them, you must know as much as possible about the times in which he lived (p. 89).

Taking liberties with liberty leads to anarchy, and anarchy, in reality, is the rule of the most ruthless and the enslavement of everyone else. We have laws against rape and murder to ensure that we are not at the mercy of rapists and murderers. This might be obvious to most sensible people, but no, apparently, to the intellectual libertines in literature departments in many of today’s colleges and universities. There is, alas, no law agains the rape and murder of literary text (p. 175).

Es por ello que, a la luz del “revisionismo” (suponemos que los críticos ofendidos por la franqueza de Pearce no se mantendrán callados):

From the perspective of the modernist and postmodernist, Shakespeare emerges as an unenlightened and recalcitrant reactionary. From the perspective of tradition-oriented scholars, the evident clarity of moral vision that they had always perceived in the plays becomes more explicable and more clearly defined (p. 180).

La “revisión” de Pearce no sólo se dirige contra los prejuicios de críticos y lectores resabidos, sino que se embarca en una investigación de los datos biográficos así como de la misma obra del dramaturgo de Stratford, a fin de defender su tesis. Sin pretender ser original, apoyándose en otros estudios precedentes acerca del catolicismo shakespeariano y guiándose por el common sense, al más puro estilo británico, Pearce se atreve a concordar y desgranar ciertas incógnitas de la vida y de la religión del autor de “Hamlet” o “Macbeth”. To be a Catholic or not to be, esa es la cuestión y como The quest for Shakespeare muestra, el clásico inglés se empeña en seguir siendo [católico], a pesar del ambiente hostil y su cercanía a la corte y a la vida pública del Londres isabelino. Reflejo de ello son:
  • Su vida. Shakespeare nace en el seno de una familia profundamente católica, relacionada por parte materna con algunas de las personas con más relevancia en la recusancia inglesa. Habiendo recibido una educación católica, tras su llegada a Londres, si bien no consta explícitamente su fidelidad a la Iglesia clandestina, no deja de rodearse de amigos y compañeros católicos. Entre otros, sacerdotes y jesuitas (Henry Wriothesley). No se registra, por el contrario, que atendiera a la celebración dominical anglicana y si bien Shakespeare, tolerado en parte y representando él mismo un papel ambiguo – el del silencio – ante la audiencia, en sus últimos años vuelve a su Stratford natal para alejarse del mundanal ruido, no sin antes haber adquirido en la capital del reino un edificio que facilitaría para que la comunidad católica de la ciudad se pudiera reunir con relativa seguridad para participar en la eucaristía velada.

    Al final, como recordó el clérigo anglicano Richard Davies 70 años después de la muerte (acaecida en 1616) Shakespare “died a papist”, legando sus bienes a una de sus hijas que había permanecido católica.

    Además de introducirnos en los entresijos más íntimos de la vida de Shakespeare, presenta Pierce el contexto histórico en el que aquél vivió: la consolidación del Cisma o, más aún, de la Reforma en Inglaterra. Un contexto difícil, donde en palabras del biógrafo:

    Pecuniary gain more than doctrinal differences was at the darkened heart of the English Reformation” (p. 152).

    Tiempos difíciles en los que la lengua de Edgar se lamentaría:

    The weight of this sad time we must obey,
    Speak what we feel, not what we ought to say.
    The oldest hath borne most: we that are young
    Shall never see so much, nor live so long (King Lear, 5.3.325-28).

    Muchos no aguantaban el peso de la exigencia; lo cual es, sin la ayuda de Dios, inevitable, puesto que:

    There are always more Gonerils and Regans than there are Cordelias” (p. 184).

    A las Cordelias no les queda otra opción que el fiat, el martirio en su faceta de ostracismo y de eliminación física (el martirio cruento e incruento). El martirio que, en otra cita de Pearce, quedo ilustrado por otro poeta de la época, Byrd, en su poema Deus venerunt gentes (siguiendo el salmo 78):

    Deus, venerunt gentes in hereditatem tuam //
    polluerunt templum sanctum tuum // posuerunt Ierusalem in pomorum custodiam // posuerunt morticinia servorum tuorum escas volatilibus coeli, // carnes sanctorum tuorum bestiis terrae; // effuderunt sanguinem ipsorum tamquam aquam in circuitu Ierusalem, // et non erat qui sepeliret. // Facti sumus opprobrium vicinis nostris, // subsannatio et illusio his, qui in circuitu nostro sunt (citado en la página 124).

  • La obra. En su prefacio, el autor promete acometer en un futuro la relectura del opus shakespeariano sin abstraer de la fe que movió a escribir al inglés perenne. Esto es, proceder con una interpretación auténtica. Como entrante, en el Apéndice B aquilataría al “Rey Lear” desde un perspectiva de antemano insospechada. El meta-drama que se juega en la escena es el de las propias conciencias de los hombres-espectadores, que se balancean entre la fidelidad a Dios o su propia visión, entre el verdadero amor y los falsos amores. Entre Dios y el hombre. Entre el hombre que lo es y su parodia.

    Cordelia, en su fiel honestidad, nos enseña en diciendo a su padre:

    Good my lord, //
    You have begot me, bred me, loved me: I // Return those duties back as are right fit, // Obey you, love you, and most honour you. // Why have my sisters husbands, if they say // They love you all? Haply, when I shall wed, // That lord whose hand must take my plight shall carry // Half my love with him, half my care and duty: // Sure, I shall never marry like my sisters, // To love my father all (I.I.97-106).

    Al final, el Rey Lear aceptará su despojamiento, no sin una tremenda lucha por su conciencia. Aceptará su cruz y recobrará su libertad: el amor y a Cordelia. Será feliz, aun sufriendo:

    Come, let's away to prison: // We two alone will sing like birds i' the cage: // When thou dost ask me blessing, I'll kneel down, // And ask of thee forgiveness: so we'll live, // And pray, and sing, and tell old tales, and laugh // At gilded butterflies, and hear poor rogues // Talk of court news; and we'll talk with them too, // Who loses and who wins; who's in, who's out; // And take upon's the mystery of things, // As if we were God’s spies: and we'll wear out, // In a wall'd prison, packs and sects of great ones, // That ebb and flow by the moon (5.3.8-19).

CONCLUSIÓN

Poco más se puede añadir que no sea el animar a la lectura de The quest for Shakespeare, ya sea en el original o en la traducción castellana que al parecer tiene prometida Editorial Palabra. Y, de forma paralela o sucesiva, el acercarse al mismo Shakespeare sin prejuicios o romaticismos eróticos como los de la película Shakespeare in love. Más allá o a pesar de las representaciones actuales de intérpretes ciegos. El texto se defenderá por sí solo y esperamos ávidos las propuestas que la curiosidad sincera por Shakespeare nos deparará en las tablas del mundo.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Plena s'eleva i llevantina



Plena s’eleva i llevantina;
Una vegada més la mar
és cel i els cels són terra amiga.
La mires i estires la mà...
S’escapa ella; els grills canten:
Oh insensat, teva no és!
La pots guaitar com a les cartes
d’un formós llibre en mans d’un cec
No estimar o cloure els ulls?
Dormir de dia o viure de nit?
Torneu-li, Déu, les Vostres llums
als nous ardors d’un cor amic
I dansarà qui s’enamora
de Selene que el Sol adora

14.09.2008

viernes, 12 de septiembre de 2008

El nom més dolç

Mireu la creu que li han clavada
altres fills, les mans i un cor que es fia!
Roman i calla, la vista alçada
i l’ànima que es lliura - Ella expia
amb el dolor d’Eva agraciada

jueves, 11 de septiembre de 2008

El mite de l'onze de setembre?


L’Onze de Setembre Catalunya commemora la derrota que va patir el 1714 a mans de les tropes espanyoles de Felip V de Borbó. Catalunya, que havia estat fins aquell moment una nació sobirana, va perdre les llibertats nacionals, les lleis pròpies del país i va patir la prohibició de la llengua i la cultura catalanes” (www.11setembre.cat).

Catalunya s'ha anat fent en el decurs del temps amb les aportacions d'energies de moltes generacions, de moltes tradicions i cultures, que hi han trobat una terra d'acollida. El poble de Catalunya ha mantingut al llarg dels segles una vocació constant d'autogovern, encarnada en institucions pròpies com la Generalitat -que fou creada el 1359 a les Corts de Cervera- i en un ordenament jurídic específic, aplegat, entre altres recopilacions de normes, en les Constitucions i altres drets de Catalunya. Després del 1714, han estat diversos els intents de recuperació de les institucions d'autogovern. En aquest itinerari històric constitueixen fites destacades, entre altres, la Mancomunitat del 1914, la recuperació de la Generalitat amb l'Estatut del 1932, el restabliment de la Generalitat el 1977 i l'Estatut del 1979, nascut amb la democràcia, la Constitució del 1978 i l'Estat de les autonomies” (preàmbul de l’Estatut de 2006)

No m’agrada ficar-me en política, però avui es celebra l’onze de setembre. I la política ha reptat l’onze de setembre. No puc no callar.

És curiós, els catalans som dels únics pobles que celebrem una derrota, us imagineu si els Estats Units d’Amèrica del Nord fixessin la seva festa nacional l'11 de setembre en lloc del 4 de juliol tot lamentant-se els atemptats de les torres bessones?

Doncs sí, paradoxalment seguim celebrant la caiguda de Barcelona i la desfeta del partit austriacista a les Espanyes i particularment en terres catalanes.

Paradoxalment? Sí, encara que la "Diada" la segueixin celebrant sobretot els vencedors d’aquella guerra. M’explico. No crec que el successor actual del rei Felip brindi en aquest dia amb cava o xampany. Tampoc la Legió. Ni els partits d’ultra-dreta madrilenya o els afiliats popularíssims. Però sí exulten de joia els nostres botiflers revestits avui d’independentisme separatista, de “cats” i estelades així com ahir els alumnes de Cordelles ho feien de Nova Planta, progrés centralista i modernització liberal. Sense l’onze de setembre qui sap si Catalunya fos encara enguany la caverna més “carca” d’Europa i el poble més autènticament espanyol?

No descriuré les causes ni el desenvolupament d’aquella gloriosa gesta de la sang dels nostres avis. En penyora de la veritat ens han quedat els “Anales de Cataluña” de Feliu de la Peña i les “Narraciones históricas” de Castellví. Ai las! Si els botiflers d’avui ni els fullejaran, puix no foren escrits en català...

L’onze de setembre suposà perdre les llibertats, almenys part de les llibertats. Les llibertats concretes. Els Habsburg, les institucions, els Estudis Generals... No ho perdérem tot, però s’obriren les escletxes per a perdre-ho. Aleshores no havíem perdut l’ànima. Teníem una Tradició, que no només comprèn unes tradicions, per meravelloses que siguin. I vivíem de la Tradició. Perquè la Tradició és la forma i el resultat de la llibertat. Avui, ens l’han pres. I no ho han fet pas “les tropes espanyoles”... En qualsevol cas, anem cap a l’autodeterminació, cap a la plena sobirania, cap a la plenitud, cap al Tot (o totalitarisme...). Cap al res. És cert: Catalunya, com diu l’Estatut, es va fent en el decurs del temps... La nova Nova planta!

Instintivament, en aquells últims dies del setge a Barcelona la població barcelonina es refugiava a les esglésies de la soferta ciutat. S’entén que s’hi refugiava per a resar. Avui, qui hi busca aixopluc?

No, no caurem en el ressentiment o desesperació. En el victimisme, menys. Abans d’ahir mateix, l’Església universal celebrava la festa de Pere Claver, un sant de Verdú patró de Colòmbia que entregà la seva vida pels més dèbils: els subsaharians que arribaven moribunds a Cartagena de les Índies per a començar una vida d’esclaus. Al seu torn, el pare de Catalunya és Sant Pau, un jueu de Tars que ens portà la fe en el Crist. Perquè la veritable catalanitat és la que es porta al cor, és la que ens omple de caritat i la que ens fa mirar a la Pàtria del Cel. I la que ens fa lluitar per les llibertats dels fills de Déu.

Perquè a “Catalunya la va fer Déu, no l’han feta els homes; els homes sols poden desfer-la”. No la desfem.

Gloria victis! Glòria en llaor de tots aquells que vessaren “gloriosament sa sanch y vida per son rey, per son honor, per la patria y per la llibertat de tota Espanya”!

Requiescant in pacem!
I és per això que continuaré celebrant nostàlgic i exiliat l'onze de setembre.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Viva la Vida



Ayer, mientras escuchábamos con unos amigos en el coche el primer LP de Embrace (“The good will out”), comentábamos un artículo reciente de “El País” en el que se asociaba el escuchar música “indie” con personas de poca autoestima.

Más allá de las coincidencias, nuestra discusión se dirigía al valor y a la influencia de la música pop, y de la indie en particular, sobre los estados anímicos de los oyentes. Además, siempre quedaría la cuestión si el pop, el indie o el rock son música en absoluto...

En cualquier caso y sin pretensión de reivindicar a nadie, leyendo un comentario relativo al último disco de Coldplay, Viva la Vida, en un blog anglicano norteamericano
, he llegado a la conclusión de que parafresando a Plinio el Joven podemos afirmar, incluso con respecto a la música indie, aquello de “nullus est ALBUMUS tam malus ut non aliqua parte prosit”.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Come rack! Come rope!



"It is for the Catholic faith, then, that I die - that which was once the faith of all England - and which, I pray, may be one day its faith again. In that have I lived, and in that will I die. And I pray God, further, that all who hear me today may have grace to take it as I do - as the true Christian Religion (and none other) - revealed by our Saviour Christ"


(Robert Hugh Benson, Come rack! Come rope! Baronius Press Classics, London 2006, p. 410)

martes, 2 de septiembre de 2008

Llemosí



"Tan m'abellis vostre cortes deman,
qu'ieu no me puesc ni voill a vos cobrire.
Ieu sui Arnaut, que plor e vau cantan;
consiros vei la passada folor,
e vei jausen lo joi qu'esper, denan.
Ara vos prec, per aquella valor
que vos guida al som de l'escalina,
sovenha vos a temps de ma dolor!
"


(Purgatorio XXVI, 140-147)