Agnieszka y Jarek se prometieron hace unos meses. Se casarán, Dios mediante, este septiembre.
Hace un año, ellos todavía no se conocían. Yo sí, aunque por separado. Sobretodo a Jarek. Jarek había sido mi mejor amigo de infancia, en aquellas míticas visitas que, de pequeños, su familia nos hacía en nuestro paraíso de Golinons. Jugando, soñábamos juntos la más de las veces innumerables batallas de caballeros armados hasta los dientes mientras defendíamos codo a codo nuestros castillos-cabañas improvisados en medio del bosque. En otras, éramos inventores de los artilugios más inverosímiles que depararíamos al futuro de la humanidad.
Un día (por razones sólo a Dios conocidas), Jarek desapareció de mi horizonte hasta que hace un par de años (por razones también sólo a Dios conocidas) reapareció. Pasados los años, ambos éramos ya unos jóvenes más o menos adultos, embargados quizá por otros sueños algo menos fantasiosos. Licenciados los dos, nos acabábamos de iniciar en el mundo profesional. Él en el de los ordenadores; en el de las leyes yo (no voy a extenderme en las hipotéticas relaciones o paralelismos entre la informática y la legislación, especialmente en los tiempos hodiernos). Dado que uno de los hermanos pequeños de Jarek, Stas, se iba a casar felizmente (por las presentes fechas está punto de ser padre), el hermano mayor consideró que ya era hora de sentar cabeza él también. Algo inexperto en cosa de amores, acudía a mi a por consejo, al parecerle que perito era en tales materias delicadas, viviendo como vivo de mis ideales románticos en mala hora injertados.
Gracias a Dios, mi querido Jarek no me hizo caso y lanzándose a la aventura, siempre con la ayuda de Dios, tras un breve reconocimiento se topó con Agnieszka. Es ésta una chica afable, decidida amén de sencilla, que no pierde su tiempo mercadeando con su dignidad (dignidad no es vanidad) de hija de Dios y de Eva. Además, brilla con aquella gracia femenina que se regala magnánima a quién la sabe valorar. Una chica que ante todo quiere ser santa. Vaya, que cada vez son menos las Agnieszkas, pero, aunque sea más difícil encontrarlas, ¡todavía existen! Jarek no se lo pensó dos veces... La joven correspondió y de nuevo con la ayuda de Dios (como se ve Dios es clave en estas cuestiones, y para mi amigo más todavía), ya tañen las campanas de boda.
No entraré en los pormenores del ínterin y del cortejo, puesto que no estoy autorizado. Sólo diré que fue bonito, natural y sencillo, como debe ser.
Anoche, mientras montábamos la primera mesa del comedor y las cuatro sillas, marca de Ikea, de su futuro hogar, mesa que estrenamos con la primera cena a base de pizza nocturna – me sentí feliz. Pues mis amigos, sin complicaciones, compartían conmigo su felicidad y me dejaban ser partícipe de ella... Felicidad que no empeñaba la sana envidia y un no sé qué de nostalgia que suscitaba en mi su cómplice sonrisa. Sí, pude ayudar, siquiera simbólicamente, a colocar las primeras cortinas del salón y algunas de las puertas. Era un gozo incluso verles discutir encariñosados por cada detalle: por ejemplo, Agnieszka quiere repintar la cocina de otro calor y a Jarek ya le está bien el actual color ocre... Mas, con la inocencia del cándido enamoramiento de la primavera en flor, estas discrepancias se convierten en otras ocasiones de amarse más y más.
Ciertamente, son diferentes... Jarek sigue disfrutando con sus películas de guerras y fantasía (sin ir más lejos, ayer nos deleitamos sin mayores pretensiones con la última película del ciclo de Narnia, el Príncipe Caspian – en Polonia la han estrenado antes que en España). Ella algo más cultivada, no se resigna y se lleva a Jarek al ballet o a la ópera. Nadie les quitará sus diferencias, comenzando por la sexual, pero conque les una lo nuclear, una misma fe y un único deseo, unirse a Dios, también lograrán aquello de un solo corazón y un solo espíritu.
No, no precisan del dogma de la ética de la intolerancia moderna. No precisan, como la inmensa mayoría de las jóvenes parejas que se dicen enamoradas, de periodos previos de “convivencia” o de concubinato puro y duro. Y es que, la historia lo demuestra, no es obligatorio fornicar antes del matrimonio. El amancebamiento prematrimonial no es imprescindible, tampoco es ninguna garantía de indisolubilidad o de éxito futuro. Parejas, concubinatos o amancebamientos de prueba que, ¡oh ironías de la vida y dicho sea de pasada! el matrimonio disuelve casi siempre. Digo disuelve o anula o separa o divorcia. Y los preconviventes, hoy divorciados, aún se preguntan porqué... Por favor, ¡que los moralistas del mayo 68 no nos impongan la incontinencia forzosa prematrimonial! Oh, cuánta sabiduría encierra los versos del poeta:
"ma perché non servammo umana legge,
seguendo come bestie l'appetito" (Purgatorio, XXVI, 83-84)
o aquello de:
"enno dannati i peccator carnali,
che la ragion sommettono al talento" (Inferno, V, 38-39).
Porque a Agnieszka y a Jarek les mueve la ilusión de una esperanza que no defrauda. Son jóvenes, por lo tanto, no son pudientes económicamente hablando. La casa común la construirán juntos con Alguien. No son autosuficientes por separado o incluso juntos. Me lo reconocían: es Dios (sí, de nuevo Él) quien les ha cruzado, el que les ha unido y el que, de forma muy concreta a través de los acontecimientos diarios más diversos, les va señalando y confirmando el camino. Dios que es amor les llena de paz y alegría de hacer las cosas bien hechas. Un ejemplo me contaban: en un país, Polonia, donde las reservas para cualquier salón para un banquete de bodas ya se señalan para dentro de dos años, tan pronto como tuvieron claro el día de su enlace y al cura que les iba a casar, al día siguiente dieron con una sala para esta fecha que – casualidad o no - acababa de liberarse por cancelación de otra boda prevista para esta fecha.
Ufff! Jarek está suuupeeerenamorado. ¡Lo que nos cambia el amor! No me imaginaba a mi amigo, el buenachón y risueño Jarek, prodigándose en tiernas y espontáneas carícias para su novia. Tal vez no le dedicará poesías, pero le ofrecerá su vida.
***
Mayo siempre es un mes especial, el de la Virgen. Andaba ayer preocupado por los verdes parques de Varsovia queriendo inspirarme para una “oda” a este mes florido, pero la inspiración no aparecía. Por eso te doy gracias, María, por Agnieszka y Jarek, por su amor y por su cariño. ¡Qué nunca pierdan tu referencia!
“Nothing happens the same way twice” le explica Aslan a Lucy.
¡Chwała Bogu!
http://www.youtube.com/watch?v=AJyNMSJxHeA